A mi padre le gustaba contar pequeñas historias que incluyeran una enseñanza moral. Algo así como las fábulas con moraleja final. Yo recuerdo estas dos:
LA VIÑA Y LA ERA
Un padre, en el lecho de muerte, les hizo prometer a sus hijos que nunca convertirían la viña familiar en una era. Los hijos pensaron que la cabeza del viejo ya no regía. ¿Cómo una viña podía convertirse en una era?
Es el caso que, pasados unos años, estos hijos, que se habían dado a la holganza y al buen vivir desde que murió su padre, pasaron por el lado de la antigua y conocida viña familiar. Viña que años ha vendieron para pagar sus juergas y francachelas.
-Mira, hermano, esa viña ERA nuestra.
Se quedaron callados y se miraron comprendiendo lo que su padre les había dicho en el lecho de muerte. Habían convertido la VIÑA EN ERA.
Y ya no me acuerdo si el cuento acababa así, dejando a los hermanos pobres para siempre en justo castigo a su pecado o si, por el contrario, la comprensión del mensaje paterno les llevó por el buen camino y cambiaron de vida, trabajaron, ahorraron y volvieron a comprar su viña para legársela a sus hijos, pidíendoles que no la convirtieran en era.
EL TESORO ENTERRADO
Era un agricultor, ya muy viejo, que había conseguido sacar adelante a su familia a base de trabajar duro la viña familiar. Este agricultor tenía dos hijos muy gandules, que, desde que el viejo no pudo trabajar, habian abandonado la viña de tal modo que las malas hierbas ya casi ocultaban a las cepas.
En el lecho de muerte, el buen viejo llamó a sus hijos y les confesó al oido un gran secreto:
-En la viña hay enterrado un tesoro.
Y murió sin darle tiempo a decir dónde.
A partir de aquí es fácil pensar que los dos hermanos gandules se pusieron como locos a cavar y cavar la viña aquí y allí hasta que toda la tierra había sido removida por completo.
No encontraron ningún tesoro. No lo había. Pero el padre no les había mentido.
Llego el día de la cosecha y aquellas cepas, bien trabajadas, sin malas hierbas y con con la tierra renovada y aireada, dieron una gran cantidad de frutos de muy buena calidad.
Y comprendieron que allí estaba el tesoro de la viña: en el trabajo.
Jotaerre